martes, 30 de julio de 2013

Capítulo 4 — Recuerdos olvidados.

Me sentía viva, más viva que nunca.
Aunque estaba muy confusa... Estaba tumbada sobre una camilla de enfermería.
Aquella habitación llena de cosas blancas, paredes blancas... me asustaba. Me levanté con destreza y caminé hacia el pasillo.
¿Qué hacia allí? ¿Cómo había acabado allí? ¿Y dónde suponía qué era allí?
De algo que estaba segura era de que fuera donde fuese no era el orfanato.
Seguí el sonido de las voces hasta el final del pasillo, la gente hablaba entre murmullos. Agudicé el oído para oír mejor.
—¿Cómo qué no está?¿¡Cómo la habéis perdido!?— Oí una voz masculina gritar.
Me quedé congelada. Fuera quien fuera me aterraba, su voz estaba cargada de tanta autoridad que me hacia querer doblegar y no ser el punto de su ira.
— ¿Dónde está su guardián? Debería estar con ella ¿¡ Dónde está!?—Esta vez habló una mujer y su voz estaba cargada de la urgencia de respuestas, a diferencia de la voz anterior, esta me hizo querer correr y darle una respuesta, aunque fuera solo por intentar aliviar su sufrimiento.
Respiré hondo y seguí caminando hasta las escaleras con acceso a la planta inferior.
Me paré al final de la escalera y miré hacia abajo al salón.
Desde mi punto de vista, el salón se veía enorme, todo el inmobiliario era del color rojo o de tonos cálidos; sofás, sillones, alfombras hasta las cortinas.
En el centro del salón había como una docena de personas. Había una mujer con un largo vestido rojo de seda, a su lado derecho había un hombre alto y robusto con traje gris y a su izquierda otro con traje rojo. A los lados habían unos cuantos chicos y delante de ellos estaban los huesos.
Huesos. Me quedé petrificada. Huesos.
Una fracción de imágenes inundaron mi cabeza.
Pesadilla. Cocina. Agua. Oscuridad. Intruso. Disparo. Dolor.
Un desgarrador grito salió de mi garganta incluso antes de que pudiera contenerlo. De pronto todo mi bien estar había ido por el desagüe y me sentía tan aterrada cuanto había llegado a estar cuando me estaba muriendo.
Grité y grité repetitivamente. No oía, ni veía.... era como si estuviera bloqueada en todos los sentidos. Caí de rodillas al suelo y de lo ultimo que fui consiente fue que la mujer de rojo venia corriendo hacía mi.
  
                                                                         ★★★

Xander fue el primero en darse cuenta de la presencia de Crystal. Ella llevaba una pata blanca, típica a la de los hospitales, estaba algo pálida, llevaba el pelo revuelto y carecía de brillo. En cuanto puso sus ojos sobre los Ossas, se puso a gritar como una loca, todos se dieron la vuelta y la miraron. La primera en reaccionar fue la reina, todos estaban clavados en su sitio debido al choque mental que supuso verla. Recuerdos que no sabían tener regresaron a ellos y todos se quedaron sin habla.
— Alguien nos la ha jugado...— susurró Ellie con la boca abierta.
Parecía tan aturdida o más que los demás.
Grey miró a rojo y este salió corriendo seguido por los huesos.
No había duda que alguien del circulo estaba en eso. Ningún cazador tendría el poder suficiente para borrar los recuerdos — de todo el circulo — de las pasadas ultimas dieciocho horas antes de que los Mentors los fuera a hurgar la cabeza a todos.
En cuanto Grey y la reina Stasha desaparecieran, todos se miraron entre ellos intentando encajar las piezas en silencio.
Bueno, unos más que otros.
— Brown...— susurró Hunter y Zayn a la vez.
Estos dos iban tan sincronizados que parecían ser un solo.
— Chicos, no toméis una conclusión precipitada.— susurró Odile.
Ellie la miró con el ceño fruncido.
— Para lo poco que habla Black, tiene razón. — repuso Ellie.— si fue un Brown, tú estás en medio y créeme no podremos ayudarte...
Zayn negó con la cabeza.
— Esperaba más de ti. Ellione Green.
Zayn la lanzó una mirada envenenada y despareció por el pasillo.
Ellie se quedó petrificada sin saber muy bien que había hecho.
— Alguien debería aprender a callarse.— Dijo Xander entre risa.

Ellie visualizó a Zayn sentado sobre un bloque te tierra, respiró hondo y fue tras él. Se paró detrás de él y disfrutó un rato de las vistas. Aspen tenia una hermosa vista desde los alrededores de la mansión de Ignis.
La nieve la hacia sentirse como en casa.
— Siento haber dicho eso, sé que no tienes nada que ver...— su voz sonó apagada y algo llorosa— Es solo que Grey...
Zayn se levantó hábilmente y la miró fijamente a los ojos.
— Lo que diga Grey o deje de decir no es asunto tuyo, Ellione. — él bufo y luego e río.
— Deja de llamarme así, no tiene gracia.— gruño Ellie enfadada.
—¿Cómo?¿Ellione?— la retó con la mirada.
— He dicho que pares.
— Ellione, ay mi querida Ellione, Ellione...
Ellie levantó el puño y le atizó un puñetazo. Zayn llevó la mano a su mandíbula con gesto de dolor.
— ¡Joder, Ellie!— movió la mandíbula un par de veces y luego miró a Ellie. — Solo bromeaba.
—! Pues, yo no, capullo!— se dio la vuelta y empezó a correr el camino hacia la mansión.
— ¡Pues! ¿sabes qué? No te necesito, Ellione Green.
Ellie se paró en seco, entrecerró los ojos y apretó la mandíbula. Cerró los puños y siguió corriendo. No sabia por que seguía detrás de ese paleto, si siempre acaban peleándose.

                                                                   ★★★

Hunter se acercó a las enormes vidrieras y miró hacía fuera, estaba a punto de anochecer. El cielo estaba pintado de una mezcla de hermosos colores cálidos y fríos.
Suspiró y se pasó la mano por el pelo.
Se sentía decepcionado consigo mismo. ¿Cómo había podido ser tan débil y olvidarse de algo tan importante cómo encontrar al traidor del circulo?
No podía haber pasado eso, si él había logrado borrar los recuerdos de toda la mansión... ¿de qué mas cosas seria capaz?
— Hunter.
Hunter levantó la vista y vio a Grey a su lado.
— Majestad.
Hizo una pequeña reverencia con la cabeza y volvió a mirar al frente.
Permanecieron un largo rato así hasta que Grey, rompió el silencio.
— Siento no haberme fiado de ti, White. — respiró hondo y miró a Hunter.— Tenias razón, pero ahora ya no podemos traer otra vez a los Mentors, dejaremos que quien quiera que sea, piense que tiene el control, si volviéramos a hacer lo mismo, nos volvería a borrar la mente y solo perderíamos el tiempo.
Hunter asintió.
— A partir de ahora, tenemos que estar siempre un paso por delante. ¿Me entiendes?
Hunter le miró fijamente.
— Un paso por delante, sí, señor.
Grey sonrió de lado.
—¿Que hay de Pedestriam?
A Grey se le borró la sonrisa.
—¿ Insinúas qué mi hijo...
— No, Grey, no insinuo nada, solo digo que en situaciones así, no puede, ni debe, descartar a nadie.— Hunter le enfrentó con la mirada.— Puede que Crystal no tenga tantas posibilidades cómo Predestriam, aún así forma parte de esto, debemos protegerla como a una más, no piense como un padre, Grey, piensa como el rey que eres.
Hunter le hizo una reverencia y se fue.
Grey se lo quedó pensando.
Hunter tenia razón no tenia que pensar cómo un padre y si cómo un rey o las cosas irían muy peor.

viernes, 26 de julio de 2013

Capítulo 3 — La unidad, hace la fuerza.

Grey se quedó mirando a Hunter tan fijamente que si de ser posible, lo abría perforado el cráneo  allí mismo.
— ¿Estás insinuando que dentro de mi circulo hay un traidor?— preguntó Grey con la voz cargada de indignidad y frustración.
Hunter se aclaró la garganta y miró a su padre, que estaba sentado en el trono a la izquierda de Grey. Su padre asintió, como dándole su permiso para hablar.
— Sí, esta es la idea, señor.— respondió Hunter clavando los ojos en los de Grey.
Grey se río con amargura.
— Muchacho ¿Cómo te atreves a venir y decirme que hay alguien capaz de romper las reglas en MI CÍRCULO? — la voz de Grey fue aumentando de tono a medida que terminaba la frase y, con eso, provocó que todo el tribunal temblara baja su ira. — Todos habéis sido educados, para respetar las normas, y sabes lo que supone romperlas.
— La muerte...— susurró Hunter.
— Exacto, ¿Así qué, dime, Hunter White, qué sentido tiene eso que me estás diciendo?— Grey sonaba mucho más calmado, pero sus ojos color mercurio decían todo lo contrario.
— Puede que para usted no tenga mucho sentido, pero, dime, señor...— Hunter hizo una pequeña pausa— ¿Quien, además del circulo, tenía información del paradero de la señorita Crystal Grey?
Grey se quedo mirando a la nada durante lo que parecieron segundos eternos, hasta que volvió a mirar a Hunter y respiró hondo.
— Será mejor que no tengas razón, muchacho.— dijo en una voz apenas audible.— Esta competición tiene que ser justa, y no necesito más complicaciones por ahora mismo.
Grey miró a White y a Rojo y asintió.
— Quiero a todos aquí antes de las doce. — Grey se levantó y fue hacia la enorme vidriera de cristal. — Ossas... arrastrad a esos sacos de hueso hasta aquí, la mansión necesita protección, id y traedme a los Mentors...— se dio la vuelta y miró a sus súbditos.— Si de verdad hay un traidor, lo sabremos en cuanto ellos rebusquen en sus cabezas.
Grey miró a Hunter, quien rápidamente se levantó, hizo una reverencia y abandonó el tribunal.

Hunter subió a la planta superior sin saber muy bien que hacer, su padre le había dicho que se mantuviera allí hasta que llegaran los Mentors.
No era que su padre desconfiara de él, ni mucho menos, pero era bueno acatar a las normas de Grey.
Grey era como Zeus, era el rey, tenía todo el poder y nadie, jamás, tendría cojones suficiente para plantarle cara, mucho menos cuando era capaz de meterse en tu cabeza y obligarte hacer lo que él quisiera.
El pasillo de la planta superior estaban en silencio, cómo bien había esperado.
Una puerta a la derecha del pasillo se abrió y salió una mujer alta y delgada con un vestido rojo y largo hasta las pantorrillas. Su pelo castaño cobrizo iba peinado en perfectas ondas a un lado y su andar era elegante como la de una modelo. Cuando ella levantó la cabeza en su dirección, Hunter la reconoció. Era Stasha, la reina de Grey y una Origina roja.
Tenia los ojos rojos, y sus labios se veían agrietados, como si los hubiera mordido con demasiada fuerza...
— Magestad...— La saludó con una reverencia, ella le dedicó una media sonrisa y siguió caminando.
Él siguió su camino, pero se paró unos pasos más adelante, la habitación donde había estado la reina Stasha era la enfermería, él miró a través de la pared de cristal que dejaba a la vista la habitación. Se parecía a una sala de hospital normal, paredes blancas, camillas... Lo único que cambiaba era el hecho de que la magia curativa de las brujas de Blaike estaba por todas partes. Desde la ventana se podía ver una nube de polvo morado en el aire, Hunter conocía bien lo que eso significaba, se estaba muriendo. Si la nube de polvo estuviese poniéndose de color verde eso significaría que se estaba recuperando y ese no era el hecho.
Su cuerpo yacía en una de las camillas y una sabana blanca la tapaba hasta la altura de los hombros.
Por la palidez de su cuerpo hasta pondría pasarse por un cadáver.
Hunter respiró hondo y, colocó su mano contra el cristal, como si de alguna manera eso pudiese hacerle llegar su fuerza hasta ella.

                                                             ★★★

Ellie vio a Zayn entrar por la puerta y corrió a su encuentro.
— Dime, chico guapo ¿En qué problema te has metido?— preguntó ella antes de saltarle en cima.
— Sigues igual de pegajosa ¿eh?— intuyó él dando un paso hacía atrás.
— Como la mermelada en el pan.
Él no pudo evitar sonreír, eso solía hacer Ellie Green, hacer que sonriera como un idiota.
Ellie miró a su alrededor en busca de algún otro miembro de su clan.
No vio a nadie.
— ¿Alguna idea de quien haya podido ser?— susurró Ellie, para que nadie los pudiera oír.
— La pregunta es : ¿Quien seria tan idiota para desafiar la ira de Grey?-repuso Zayn.
Alguien detrás de Zayn le toco el hombro.
Él se volvió y vio a Hunter.
—¿Alguien sospechoso?— preguntó Zayn observando a los del tribunal.
Ellie miró a Hunter y le hizo una reverencia antes de volver la vista hacia el frente para observar también, a sus futuros enemigos.
Hunter hizo una mueca y paso la vista por todo el salón.
Gaius, estaba al lado de Minka y parecían enfrascados en un seria disputa sobre si tendrían suerte o no de que Crystal saliera con vida de la situación.
Hunter apretó la mandíbula, la tensión de aquella habitación era tal que pondría cortarse con un cuchillo y, aun así seguiría ahí.
Aimee, la líder del grupo tres intentada ignorar a Zytrate quien no dejaba de hablar sobre lo horrible que era que les obligara a dejar que un Mentor entrara en sus cabeza.
— ¿Qué me dices de Pedestriam?
Ellie y Zayn siguieron la mirada de Hunter y vieron a Pedestriam  apoyado en una de las columnas, con las manos en los bolsillos del pantalón y la mirada perdida.
— No... ¿Él?— Balbuceó Ellie.
— Es hermano de Crystal, es el mayor... quizá crea que tiene más derecho a conseguir el puesto, tiene sentido...— concordó Zayn.
Intercambiado un par de miradas antes de que un velo espeso cayera sobre sus párpados.
—Zayn...
— No soy yo, joder...— gruñó él intentando quitar al intruso de su cabeza.
—Mantened la calma, no os mováis ni hagáis nada.— Mandó Hunter.
Ellie alargó la mano y se aferró a Zayn quien estaba a su derecha, que a su vez agarró a Hunter a la izquierda.
— La unidad, hace la fuerza ¿recordáis?— escucharon en su cabeza, el velo se les quitó de los ojos.
Zayn, Hunter y Ellie se miraron unos a otros confusos.
—¿Chicos? ¿Que hago aquí?— preguntó Ellie mirando a su alrededor en busca de preguntas.
— Pues... hace un momento me iba a meter en la cama...— dijo Zayn, todavía más confuso.
— Yo iba a...— Hunter hurgo en su cabeza en busca de respuestas, pero estaba en blanco. No recordaba que hacia allí ni cómo había llegado en el tribunal. Lo único que recuerda era estar entrenando y luego... Nada.

jueves, 25 de julio de 2013

Capítulo 2 — Miedo a la oscuridad.

El pasillo estaba sumido en la oscuridad de la noche, parpadee un par de veces para acostumbrarme a la inexistencia de luz. Apoyé mi mano en el pasamanos y bajé muy despacio las escaleras intentando no hacer ruido, una de las maderas crugió dejándome congelada en el lugar. Un escalofrío hizo que mis dientes rechinaran involuntariamente. Miré a todos los lados aterrada, la extraña sensación de dejavú, me tenía demasiado asustada como para moverme.
“ Vamos C, sólo es la madera, no sea paranoica...”— Me repetí una y otra vez.
Respiré hondo y bajé los escalones que faltaban. Al final de la escalera me paré y miré a mi alrededor. Todo estaba tranquilo, seria mejor que me tranquilizara antes de que toda la casa se viera iluminada por esos truenos que siempre aparecían cuando estaba nerviosa o con miedo. Cerré los ojos y conté hasta diez.
Por el rabillo del ojo vi una sombra moverse. Le seguí el rastro pero desapareció contra la pared. Esas estúpidas sombras me llevaban aterrando demasiado tiempo... Intenté no pensar en ello y empecé caminar hacía la cocina.
Necesitaba un vaso de agua con urgencia, tenia la garganta seca debido a mi miedo sin control.
Un casi imperceptible ruido me dejo de piedra.
Tuve un inquietante presentimiento, comencé a respirar de forma entrecortada mientras me giraba lentamente en dirección del ruido. Y ahí estaba él, iba vestido con ropa de incógnito y la capucha de su sudadera le tapaba la cara, pero aun así, pude ver su cruel y fría sonrisa. Él extendió la mano y pude visualizar la pistola, abrí mucho los ojos.
De lo único que fui consciente fue de la bala venir muy lentamente hacía mi. Dicen que segundos antes de tu muerte, puedes ver toda tu vida pasando delante de tus ojos, pero debo decir que no es cierto. Lo único que vi fue una intensa luz blanca apareciendo delante de mi para acto seguido engullirme.

                                                                      ★★★

Crystal se despertó bruscamente, su pecho ascendía y descendía tan rápido que parecía haber corrido el maratón de New York mientras dormía. Abrió los ojos y tubo que ahogar un grito al ver la cara de huesos a escasos centímetros de su cara. Él se alejó un poco al ver su cara asustada, huesos no tenía una cara donde fuera posible leer sus facciones, pero aun así Crystal creyó verle un poco preocupado.
-Estoy bien...- balbuceó ella saltando de la cama y caminando hacía la puerta.- estoy bien.
Nada más poner un pie en el pasillo sintió la extraña sensación de dejavú que había sentido en la pesadilla. Sintió el impulso de pedir a huesos que la acompañara pero ya estaba harta de sentir miedo, así que se dirigió hacía las escaleras sin pensarlo, bajó sin preocuparse por el ruido que pudiera hacer, ya en la planta baja se dispuso a dirigirse a la cocina. Entró a la cocina, llenó el vaso de agua y se lo bebió de un trago.
Se quedo un momento ahí, mirando a la nada mientras discutía consigo misma que solo había sido una pesadilla y que nada pondría ir a por ella allí, ¿verdad?
Llenó otro vaso con agua, lo cogió y abandonó la cocina.
Algunos pasos más adelante se quedó de piedra, él estaba ahí, en el mismo lugar donde había estado minutos antes en su sueño. Crystal abrió la boca para gritar pero ya era demasiado tarde, él ya había apretado el gatillo y la bala ya venia a toda velocidad hacía ella. Esa vez la luz también llegó demasiado tarde, la bala le perforó el abdomen impulsándola hacía atrás. Su cuerpo cayó al suelo a camera lenta mientras el vaso de agua volaba en el aire.
Ahora ya no era una pesadilla, el dolor que la invadió era lo más real que había sentido nunca.
Voy a morir.- se dijo presa del pánico.
El dolor era desconcertante.
Todo era muy desconcertante.
No lograba entender todavía lo que estaba pasando.
Su cuerpo se retorcía y enloquecía aunque ella no podía moverse, posiblemente debido al dolor.
Algo dentro de ella empezó a desgarrarla, romperla, era agonizante.
La negrura se posó sobre ella como una ola de tortura, no podía respirar, ya había estado a punto de ahogarse antes, pero esto era distinto. Le quemaba la garganta como si acabara de beber un vaso de ácido.
La sangre de sus venas se hizo mas densa, por tanto costando su circulación.
Le dolían los pulmones, ya que no quedaba más oxigeno y su visión se cubrió de puntos negros.
La luz la engulló, y por un misero segundo dejó de sentir dolor. Aunque acto seguido empeoraron mucho las cosas, una oleada de calor se extendió por todo su cuerpo, quemando todo a su paso. Quiso gritar, chillar, luchar por su vida, pero su cuerpo no correspondía a sus demandas.
Calor.
Más calor.
Algo empezó aplastarle el cuerpo, le aplastaba y aplastaba enviándola hacía abajo, cada vez mas hondo.
—¡Crystal!— la voz sonaba muy lejana. — No te hundas, no me hagas eso, no te hundas, permanece conmigo, por favor...
Y fue lo que hizo, intentó mantenerse a flote, el peso era demasiado, luchar pondría ser demasiado tarde pero era lo único que le quedaba.
Luchar por que la oscuridad no le aplastara por completo.
Ella era como un atlas gigante, y la oscuridad como una bóveda celeste. No era capaz de echársela de los hombros. Todo cuánto podía hacer era impedir que acabara con ella.

                                                                      ★★★

El despertado sonó a las cinco y media a.m, como todos los días solía hacer.
Hunter se levantó, se puso una sudadera cualquiera, el chándal y sus zapatillas y salió a correr. Todavía era de noche, así que el aire frío y húmedo le dio los buenos días mientras cogía carrerilla hacía la colina.
Nada parecía haber cambiado desde el recibimiento de la carta oficial, pero dentro de él se acumulaba una frustración casi imperceptible por cualquier persona que no fuera él mismo. Había esperado esto durante sus largos veinte años, había sido entrenado como una maquina de matar junto para esto, pero con cada segundo más cerca del sábado se sentía más confuso, nervioso y frustrado. Correr era la única forma de mantener esos insólitos pensamientos lejos durante un tiempo, por lo que se tomó su tiempo.
Dos horas más tardes, cubierto de sudor y con un hambre de caballo, volvió a entrar en la mansión White.
Nada más entrar vio a su padre salir de su despacho, parecía nervioso. Llevaba la camiseta perfectamente abotonada aunque su corbata azul estaba retorcida y su pelo — normalmente perfectamente peinado — estaba desordenado.
— ¿Pasa algo?— preguntó Hunter.
Wallace White, miró a su hijo cómo si acabase de percibir que estaba ahí. Se pasó la mano por la cabeza con frustración, respiró hondo y miró a su hijo fijamente.
— Intentaron matar a uno de los concursantes con ponzoña de hada a primeras horas de la mañana... Debo ir a Aspen, todo es un caos, está más de medio Ignis, buscando al culpable, pero es un profesional, Rojo está alterado, Grey con sed de venganza y yo soy el único que puede mantenerlos a flote.
Hunter miró a su madre con cierta admiración. Era el único capaz de mantener la calma en momentos así.
— ¿Quien fue?
— Crystal Grey...— No hizo falta decir más, Hunter ya sabía que había pasado. Habían ido a por la más débil de la manada con intensión de levantar el caos con apenas unos días de vida normal.
— Ahora todo tiene sentido, nadie se arriesgaría a ir a por uno de nosotros sabiendo nuestras habilidades, se han aprovechado de la situación esto está claro.— dijo Hunter pensativo. — Aunque... tiene que ser alguien del circulo.
Wallace fruncio el ceño.
— ¿Qué te hace pensar eso?— preguntó su padre sospesando sobre lo que acababa de decir Hunter. 
— Piensalo papá, ¿quien además de los del circulo, tenía información sobre dónde estaba escondida Crystal?
Wallace abrió los ojos de par en par, miró a Hunter con orgullo y sonrió.
— Tienes razón, tengo que irme... vistete y juntate a mi en Ignis, creo que a Grey le gustará lo que tienes a decir.
Hunter asintió y se alejó rumbo a su habitación.
Tenia que hacer que Grey le creyese, aunque cuando se trata de Grey, las suposiciones nunca son algo fiable.

miércoles, 24 de julio de 2013

Capitulo 1 — La carta.

                                            01 de mayo de 2013

                         Noosa, Queensland - Australia.

Zayn miró al tipo que tenía delante, a simple vista parecía alguien normal y corriente, pero si te lo quedas mirando durante el tiempo suficiente el glamour desaparece y no son más que huesos viejos. Zayn frunció el ceño, pero no apartó la vista. Tenía que admitir que era espeluznante, pero ya había visto de todo, así que no se sorprendía para nada. El huesos, como así lo había llamado en su cabeza, le extendió un sobre de color marrón, él lo cogió e inmediatamente el tipo dio un paso hacia atrás. Si no supiera lo que venía a continuación, hasta pensaría que huesos, le tenía miedo.

Abrió el sobre y sacó un dispositivo metálico de dentro. Era redondo y tenía el emblema del rey rojo. Un cuervo rodeado de un circulo con sus cinco estrellas alrededor.
Lo colocó en el suelo y dio un paso hacia atrás. Acto seguido salió una proyección del rey rojo. Era un nombre de más de mil años, pero aún así, se conservaba como un hombre de treinta años. Sus ojos rojos buscaron a los ojos marrones de Zayn, que al instante se pusieron rojo.
—Zayn Brown, eres el sucesor de Malik Brown, ¿cierto?— la voz rocosa de rojo hizo eco en su cabeza.
—Cierto, señor.— contestó Zayn de forma automática.
—¿Sabes por qué estoy aquí, cierto?
— Si, señor.—contestó sin quitar la vista de la proyección de rojo.— Soy un original, y debo servir a la causa de mantener el secreto bajo las cinco llaves de la caja de Mineon.
— Muy bien, señor Brown.— sonrió rojo.— La población del fuego agradece su cooperación y mucha suerte.
Dicho eso la proyección desapareció.
Zayn parpadeó un par de veces, poco a poco sus ojos volvieron a su color habitual.
Respiró hondo, miró a huesos y bufo.
—Espero que no estés las próximas veinticuatro horas detrás de mi, o te juro que no dudaré en echarte a los perros, saco de huesos.
Huesos siguió inmóvil, cómo si las palabras de Zayn no le afectara en lo más mínimo.

                                                      UshuaiaAntártida.

Odile cogió el sobre negro con precisión. Respiró hondo y sacó el dispositivo.
Sabia bien lo que suponía ser un Original, y lo conllevaba serlo, pero odiaba la vida que la había tocado. Todo lo que siempre había deseado era ser normal... y había encontrado alguien que la hacia sentirse así. Joshua, era humano, tímido y con una gran sonrisa. La hacia sentir mariposas en el estomago y eso era lo que la mantendría fuerte en aquella estúpida competición. Iría, se ganaría el lugar que la pertenecía por derecho de nacimiento, y luego volvería con la única persona capaz de hacerla sentirse normal y corriente.
— Señorita Black, me alegro volver a verla. — La saludó Rojo con una gran sonrisa.— Hoy es un día especial, espero que estés contenta, he visto muchos progresos en ti en los últimos años, espero que estés preparada.
Sus intensos ojos rojos se posicionaron sobre los suyos y acto seguido se sintió en un especie de burbuja.
— Muy contenta, sí....— respondió ella no muy convencida de ello — Siempre es un honor, servir a mi país.
Hizo una reverencia con la cabeza y volvió a mirar a Rojo fijamente.
No sabia porque había dicho aquello, pero de alguna forma no podía controlar lo que decía cuando Rojo la miraba tan fijamente.
— Bien, es bueno escuchar algo así, señorita Black, estoy seguro que muchos de sus compañeros tendrán mucho que aprender de usted. — Rojo forzó una media sonrisa y luego negó con la cabeza. — Su juramento, señorita Black.
Odile se aclaró la garganta.
— Yo, Odile Black. Soy una original, y debo servir a la causa de mantener el secreto bajo las cinco llaves de la caja de Mineon.
— Excelente, sigue así y logrará lo suyo, Odile.
— Gracias, señor.
Rojo la miró durante un segundo y luego volvió a negar con la cabeza.
— Odile, eres buena, y no lo digo por que soy tu líder, lo digo por que es la verdad, y si te dejas llevar por esos caudales de sentimientos que sientes ahora, saldrás muy mal parada pequeña, y créeme ninguno de los dos queremos eso.
Odile se encogió de hombros.
Odiaba que alguien así pudiera meterse en su cabeza y saber todo lo que sentía... era frustrante.
— Despidete, quizá esta sea tu ultima semana como una simple Black.— Rojo ya no sonreía.— No naciste para cosas pequeñas, acostumbrate a ser grande, pequeña.
Medio segundo después se cortó la transmisión y Odile pudo por fin respirar con tranquilidad.

                                      Tokio, Japón.

— Xander, hay visita.— Xander levantó la cabeza y miró hacía la entrada, había un hombre trajeado allí. Hizo una mueca, la sensación de alerta le tensó todas las articulaciones. Cogió a kreteux — su instrumento inmortal — y se dirigió a la puerta.
De lo primero que se dio cuenta era que el glamour de ese monstruo era del todo confuso, ya que su cara y manos, lo único que estaba a la vista eran apenas un borrón.
Entrecerró  los ojos y fue cuando el glamour se dispersó. Una cara huesuda apareció en su campo de visión, Xander sonrió.
Esto va a ser más divertido de lo que pensaba
— Debe ser mi día de suerte.— dijo animado.- un Ossa.
Ossa le entregó el sobre rojo y dio un paso hacía atrás.

La proyección de rojo tuvo un impacto muy positivo en Xander, quien por poco dio un rebote de alegría, antes de los ojos de rojo se posicionaran sobre los suyos.
—Xander red, hijo de Takashi red, ¿sabes por que estoy aquí?— la severa cara de rojo, le hizo dudar un segundo.
— Sí, señor...— contestó, tragó saliva y siguió.— Soy un original, y debo servir a la causa de mantener el secreto bajo las cinco llaves de la caja de Mineon.
— Muy bien, señor red, la población de fuego agradece su cooperación, y... mucha suerte.
Dicho eso desapareció.
Sus ojos permanecieron rojos, miró a Ossa como un proyecto de ciencias y sonrió con malicia.
— He oído que no eres muy hablador, pero tengo un método muy bueno de hacer a la gente hablar...— se río.
Ossa permaneció en su sitio inmóvil.

                                       Argel, Argelia.

Ellie jugaba con los cubitos de hielo de la cocina cuando un destello de luz en la cocina la hizo gritar, debido a su asombro todos los cubitos de hielo salieron volando en dirección de la luz. Al lado de la encimera, había un hombre vestido con traje importado, ella respiró hondo cuando todos los cubitos de hielo se pararon a su alrededor para acto seguido derretirse.
—Oh, eso... ¡es despreciable!— gruñó mirando al tipo.— ¿No te enseñaron en la escuela del terror que no se asusta a una dama...?
Ellie bufo al ver al huesudo delante suyo.
Él extendió la mano y le entregó un sobre verde.
— Espero que sean buenas noticias o te congelaré como uno de mis juguetes.— abrió el sobre, sacó el dispositivo y esperó una milésima de segundos.
— Ellie Green, un placer volver a verla.— rojo sonrió.
— Lo mismo digo, majestad.— contestó ella con voz cantarina.
— Sé que haz estado esperando esto gran parte de tu vida, y sé más que nadie que estás más que bien entrenada para esta misión...— hizo una pausa mirando fijamente sus ojos, ahora rojos.— así que querída Green, recitame tu juramento y acabemos de una vez ¿si?
Rojo sonrió amablemente y Ellie le devolvió la sonrisa.
— Yo, Ellie Green, soy una original, y debo servir a la causa de mantener el secreto bajo las cinco llaves de la caja de Mineon.
— Muy bien, Green, y que el hielo glacial te acompañe.
Ellie sonrió de oreja a oreja.
—Tuviste suerte, huesudo.— ella se giró hacía él y hizo una mueca.
— Oye, ¿sabes que un poco de maquillaje no mata? ¿verdad?.— se río de su propio chiste, hizo más cubitos de hielo que se quedaron revoloteando a su alrededor mientras saltaba de alegría.

                                    Munich, Alemania.

— ...Soy un original, y debo servir a la causa de mantener el secreto bajo las cinco llaves de lañ caja de Mineon.— dijo Hunter con voz cansina.
Rojo le taladró con la mirada, pero para empeorar su enfado, su poder no funcionaba con aquel chico, era un original de primera linea lo que significaba que sus intensos ojos color sangre no tenían efecto sobre sus ojos azules glacial.
— No sé si te has dado cuenta pero aún no te he preguntado nada, White.- dijo rojo entre diente.
— Hablemos claro rojo, a ti no te gusta perder el tiempo y a mi me la suda ese estúpido juramento,  ya tienes tu maldito juramento así que..— Hunter cruzó los brazos sobre el pecho.— ya puedes irte.
— Iré cuando yo diga Hunter, para algo soy el rey y el que está al frente de tu grupo, así que lo mínimo que puedes hacer es responderme con un poco de respeto.— Rojo seguía mirándole con frustración.
Iba a tener un gran trabajo con el sucesor de White, ese niño le traería un gran dolor de cabeza. Todo seria más fácil si se pareciera en lo más mínimo a sus padres.
— ¿Respeto?.— Hunter se río con amargura.—¿Me hablas a mi de respeto, Gideon? Siento decirte esto, pero tu no te mereces el más mínimo respeto de mi parte, si no fuera por el hecho de eres solo una visión, te juro que...
— ¡Ya basta! Aver si maduras de una vez White, yo soy tan culpable cuanto tu padre por lo que le pasó a tu madre, así que haz el favor y portante como un verdadero príncipe blanco lo haría. Esto no se trata de ti o de tus problemas con aceptar el hecho de que Amelia esté muerta, esto se trata de los tres reinos y de seguir manteniendo el secreto bajo las cinco llaves de mineon.
Hunter bufo, pero no apartó la vista de rojo.
—Tienes menos de veinticuatro horas para cambiar tu actitud o te quitare  tres clases de entrenamiento, puede que creas que sabes todo y que tienes un gran potencial, pero todavía te queda mucho que aprender Hunter y lo sabes. Créeme, no te gustaría que comunicara tu infame actitud a Grey.
Hunter se relajó.
Rojo tenia razón, lo ultimo que necesitaba era que Grey supiera sobre su actitud y decidiera eliminarlo de la competición.
— Muy bien, Gideon.
—Para ti, soy rojo, tenlo en cuenta en los próximos días, no quiero tratar contigo a base de amenazas, White.
— Genial.— contestó Hunter cortante.
— Dicho esto, nos veremos el sábado, que las fuerzas del agua te acompañe.
Acto seguido rojo desapareció.
Hunter respiró hondo.
Los juegos mortales estaban literalmente a la vuelta de la esquina y él temía no estar lo suficiente preparado para la ocasión. No quería decepcionar a su padre y mucho menos a su reino.

                                    Brixell, Míchigan — USA.

Crystal miró con el ceño fruncido a los dos hombres trajeados que estaban en recepción. Se veían ricos y con muy buen gusto por las vestimentas.
Gloria, una de las superioras le hizo señas para que se acercara, y así lo hizo. Aunque con cierta cautela. Uno de los chicos era rubio, muy alto y demasiado delgado. El otro era bajito, rechoncho y calvo. Lo que más le llamó la atención fue, que mientras el calvo era sonriente y hablador, el flacucho era callado y serio.
Toda una comparación.
— Crystal, estos son el señor Marshall...— señaló al calvo.— y su ayudante. ¿Cómo se llamaba?
— Hola, Crystal.- la saludó Marshall ignorando la pregunta de Gloria. — Soy el abogado de tu padre.
Crystal abrió mucho los ojos.
¿Abogado? Bueno... tenia pinta. Pero, que dijera que era abogado de su padre la extrañaba. Nunca había sabido quienes eran sus padres... Nunca se habían importado con ella. Así que... ¿Qué hacia allí un abogado que decía trabajar para su padre?
— ¿Le importaría que hablara con Crystal en un sitio... más cerrado?— preguntó Marshall a Gloria, quien inmediatamente se sonrojó.
“di que no, di que no...”— suplicó ella en silencio.
— Claro, acompañame.— contestó Gloria haciéndole señas para que la siguiera.
Marshall hizo una movimiento con la mano para que Crystal fuera delante.
Ella no dudó ni un momento, casi se pegó a Gloria.
Gloria se dirigió a su despacho y los hizo pasar. La habitación no era muy grande,  el escritorio ocupaba gran parte del espacio, luego había dos sillas más para los invitados. En una de las paredes había un cuadro de la torre Eiffel y varias fotos de niños del orfanato.
— Creo que aquí estaréis más cómodos y nadie les molestará, ¿deseáis algo?¿té, café... agua quizá?— preguntó ella haciéndole ojitos a Marshall.
“Oh, por dios...”
— Estaría bien un poco de té a todos... ¿unas galletas quizás?
— Claro, claro. Galletas. ¿Qué es un té sin galletas verdad?— se río con descaro.
Crystal se aclaró la garganta, incómoda.
Gloria sonrió a modo de disculpa, se excuso y salió cerrando la puerta tras ella.
— Seguro que tienes miles de preguntas, ¿cierto? Bien, no esperaba menos, te responderé todo lo que pueda después de que recibas tu carta. ¿vale?
Crystal asintió para luego suspirar.
El flacucho le tendió un sobre gris, ella alzo la mano para cogerlo, pero se quedó inmóvil al ver como su mano se convertía en una mano huesuda y esquelética. Ella abrió mucho los ojos y miró al tipo a la cara, ahogó un grito al verlo.
Era como un esqueleto viviente.
— Tranquila, abre el sobre y atiende a su mensaje.— dijo Marshall, que para su sorpresa supuso un calmante para su posible ataque de nervios.
Ella abrió el sobre con cuidado, y de el sacó un dispositivo redondo. En su parte superior había un escudo con dos leones, un frente a otro, aunque estaban separados por rayo.
— Ponlo en el suelo y alejáte un poco.
Y así lo hizo.
Medio segundo después el dispositivo hizo un inaudible clic y de el salió la proyección de un hombre joven de poco más de veinte años. Él también llevaba un traje, un traje gris y a diferencia de sus visitantes, el suyo parecía mucho más caro. Y él se veía mucho mejor en el que cualquier hombre hubiera podido estar. Su cabellos eran tan blancos como la nieve y sus ojos parecían del color del mercurio liquido.
Sombrío y letal.
— Hola pequeño trueno.— dijo él con una sonrisa de oreja a oreja.
Si ella no hubiera estado tan aturdida hasta le habría devuelto la sonrisa, pero en cuanto sus ojos se encontraron, su cerebro entró en ebullición y no fue capaz de pensar con coherencia. — Sé que tendrás muchas preguntas y querrás saber por que no fuimos capaces de encontrarte hasta ahora y, estoy seguro que habrás pasado por muchas cosas y que seguramente nos odies por haberte abandonado, pero créeme, pequeño trueno, tu madre no tuvo alternativa, no quería esto para ti y lo entiendo...

» Pero es hora de que sepas de donde vienes, sobre tus raíces, tu misión y sus fines.
Crystal, hija. Yo habría hecho lo mismo que tu madre, pero, su pasión hacia ti te ha puesto en peligro. Estás en todo los puntos de mira, eres una Grey, por tanto llevas una gran fuerza interior, pero me gustaría que eso significara que fueras el trueno que te mereces ser. A partir de ahora tendrás a tu disposición todo lo que necesites, sé que eso no recompensa todo el tiempo perdido, pero créeme pequeña, he movido cielo y tierra para encontrarte y ahora que te encontré no pienso perderte, estaré orgulloso de ti, sea cual sea tu resultado. Te quiero mi pequeño trueno. Que los treuños te acompañen.

La proyección se evaporó, Crystal parpadeó varias veces. Hasta el momento no se había dado cuenta de que había estado llorando, rápidamente se limpió la cara algo avergonzada. Marshall le sonrió dulcemente.
— Todavía queda otro, quizá quieras recomponerte antes, rojo no es tan simpático...
Se callo al ver que otra proyección aparecía.
— Hola, Crystal.— dijo el hombre de pelo rojizo de la proyección. Su expresión no era tan severa cuanto la de su padre, y no era su expresión seria y desdeñada lo que lo delataba. Sus rasgos eran duros y fríos, pero cuando sus ojos se encontraron, ella no se sintió como si estuviera fuera de su cuerpo o incluso en una burbuja. No sintió nada más que un pequeño escalofrío por sus ojos rojo sangre.— En primer lugar, bienvenida, ser una original te supondrá, superarte a ti misma, tus compañeros fueron entrenados durante toda sus vidas para eso y por culpa de tu madre eres la que más desventajas tienes...
— Me gustaría que no hablarás de mi madre en ese tono.— se vio diciendo sin al menos pensarlo. Nada más decirlo se arrepintió.
— Puede que te duela oírlo, pero en los próximos meses lo oirás constantemente, así que acostumbrate, te pediría que recitaras tu juramento, pero dudo que lo sepas, por lo tanto eso se quedará para mas adelante. Huesos y Marshall estarán a tu disposición hasta pasadas las ultimas veinticuatro horas del comunicado de tu participación en los juegos mortales, en cuanto haya pasado ese tiempo, tu guardián los reemplazaran y el sábado te trasladaran a lo que sera tu casa por los próximos dos meses.— el tipo movió los brazos con exasperación, y luego suspiró, parecía bastante fatigado.— que los truenos te acompañen, Crystal.
Nada más desaparecer la proyección, Crystal ya tenia miles de preguntas que hacer, pero se tuvo que contener cuando Gloria abrió la puerta, trayendo todo un tentempié a los visitantes.

Prólogo.

Orfanato Brixell, Míchigan, 08 de Febrero de 1996.

Las estrechas calles de Brixell estaban desiertas y a oscuras. Aun dolorida por el parto prematuro, ella caminaba con algo de dificultad hacia el norte, quedaba poco para llegar, podía reconocer las calles de aquella ciudad como la palma de su mano. Había crecido allí, y era en aquella misma ciudad donde quería que su hija creciese. Quería quedarse con ella y cuidarla, pero eso no era una opción y lo sabia. Necesitaba ponerla a salvo, de ella y de los Originales. Aquella secta encontraría la forma de dar con ella, se enfurecerían al no dar con su sucesora, y no descansarían hasta encontrar a su linda Crystal. Pero. Tendrían que trabajar muy duro para encontrarla, puede que incluso tardasen año, los años suficientes para que su Crystal pueda vivir una infancia casi normal.
Ella se paró delante de las enormes puertas dobles de acero, besó la frente del hermoso bebé de cabellos castaño que tenía entre sus brazos, le acarició la mejilla. Una lágrima bajó por su blanquecina mejilla mientras se deleitaba de los últimos segundos con su adorada Crystal.
—Que los truenos te acompañen mi ángel.—dijo y acarició el medallón de la pequeña.
La envolvió en las varias capas de mantas y la puso sobre el suelo. Tocó a la gran puerta con fuerza y se alejó hasta una esquina donde no la pudieran ver.
Minutos después una mujer menuda y con sus largos años encima abrió la puerta, miró a un lado, al otro y luego miró a sus pies. No dudó ni un segundo, recogió a Crystal y entró.